Cap. 51 Pidiendo auxilio.

POV Sara

-          Aquí tienes.

Un cúmulo de revistas cayó sobre el colchón de mi cama hasta esparcirse por las sábanas.

-          Buenos días. – Dije sarcástica acusándola con la mirada. - ¿Qué es esto? – Pregunté a Abigail.

-          Esto, querida, es una inminente charla de Marc. – Respondió.

Cuidadosamente dejé el separador en la página en la que había sido interrumpida y dejé mi libro en la mesita de noche. Me había despertado temprano y, como no pude volver a dormir, hice lo que más me gusta en el mundo después de cantar: leer.
Cogí las revistas. Eran de esta semana y hablaban sobre mí. Bueno, sobre mí y sobre “mi amante secreto”. Se mostraban algunas fotos borrosas y desenfocadas en las que salía Lucas agarrándome o arrastrándome a su portal. Diferentes titulares coronaban las fotografías. La mayoría delataban mi infidelidad a Birewood, que las cosas podrían no estar bien entre nosotros, y acababan preguntándose quién era aquel misterioso “amante”. Gracioso… –pensé con una sonrisa irónica–.

-          Marc estará aquí en veinte minutos. Date prisa en arreglarte que quiere hablar contigo. – Me advirtió.

-          ¡Sálvame de él, Aby! –Dramatizando, me enganché a su rodilla.

Ella soltó una ligera risotada.

-          Lo siento, bonita. Vas ligando por ahí, ahora asume las consecuencias. – Dijo librándose de mí.

-          Eres una mala madre. – La fulminé con la mirada.

-          Será porque no lo soy… - Esbozó una amplia sonrisa. – Y después de soportarte a ti todos estos años, creo que nunca querré serlo.

-          Gracias por la parte que me toca, ¿eh? – Dije lanzándole un cojín.

Ella me lanzó un beso por el aire y salió de mi habitación. Rápidamente me vestí, me desenredé el pelo dejando mis rizos a sus anchas y no me preocupé mucho en maquillarme. Cuando bajé Jenna había llegado y estaba desayunando con Abigail.

-          ¡Hola Jenna!

-          ¡Sarita! – Dijo ella con una deslumbrante sonrisa. Me encantaba la sonrisa de Jenna.

-          Un momento… - Me fijé en sus desayunos, en el logo del vaso de sus cafés, y en el logo de las bolsas. - ¿Starbucks? – Pregunté emocionada.

-          Ajá – Ella cogió una pequeña bolsa suspendiéndola en el aire delante de mí-.

-          ¿Te he dicho alguna vez que te adoro? – Dije cogiendo la bolsa.

-          Muchas. Como todo el mundo.

Saqué de la pequeña bolsa de papel un frapuccino de mocca con avellanas –mi café frío favorito– y un muffin de chocolate.
Jenna, al igual que Aby, conocía mis gustos favoritos y siempre se acordaba de mí cuando traía algo a casa.

-          Un día de estos – dije dándole el primer mordisco al muffin –, te crearé un club de fans.

A los diez minutos, llamaron al timbre. Las puertas de la residencia se abrieron y escuché como el coche de Marc se aproximaba. Al poco rato, él entró a la casa y se sentó en la mesa de la cocina con nosotras.

-          Hola chicas.

-          ¡Hola! – Respondimos las tres.

-          ¡Hey! – se quejó Jenna cuando Marc le robó la mitad de su brownie. Aquí todo el mundo se tomaba sus confianzas, desde luego.

-          A mí no me traes… Muy bonito – Le acusó.

-          ¡Ni siquiera sabía que venías! – Se excusó.

-          Bueno, sí. Venía a lo que venía… ¿le has enseñado las revistas, Abigail?

-          Las tiene todas esparcidas por su cama. – Contestó.

-          Ajá. ¿Qué tienes que decir al respecto? – Me miró con la mirada típica de lince que te lanzan tus padres cuando has hecho algo mal y te va a caer una buena.

-          ¿Que la prensa tiene mucha imaginación?

-          Muy graciosa. Pero, no. Ahora pensarás que te voy a echar la bronca por todo, pero no. Tienes razón, ya eres mayorcita. – Ahora el gracioso era él. Cuando dice eso, en realidad se refiere a que no me cantará las cuarenta pero me mirará mal durante meses y evitará incluso hablarme. Exactamente igual que hace Aby, pero ella es aún peor. – Eso sí, tenemos que hablar. – Sacó de su típico maletín negro una revista como las que había tirado Aby por mi cama. Puso el dedo sobre el apellido “Birewood”. – He hablado con su representante sobre toda esta situación que os empareja. Lo hemos razonado y quizás podamos sacarle provecho a todo esto. – Esto estaba tomando un muy mal camino… - Ambos estamos de acuerdo, queremos que salgáis.

-          ¿Qué? – Respondí automáticamente.

-          Sí, no tiene por qué ser de verdad. Solo cara a la prensa.

-          No hablas enserio, ¿verdad?

-          Totalmente. Puede ser tan solo por unos meses. Piénsalo, os puede dar muy buena publicidad a los dos y atraer a muchos fans. Así que ahora sí, como profesional, te pido que dejes de ver cualquier otro chico que pueda dar mala imagen sobre vuestra relación.

-          ¡¿Relación?! No, rotundamente no. Me niego a mentir a mis fans. Ellos son los que me han hecho llegar hasta aquí, ¿por qué iba a mentirles ahora? No pienso hacerlo y menos con ese encefalograma plano.

-          No era una pregunta, Sara. Ya lo he hablado con la discográfica y la publicitaria y están de acuerdo.

-          ¿Hola? ¿Y qué pasa con mi opinión? ¡Aby! – Exclamé girándome hacia ella, pidiendo auxilio.

-          Sara, el mundo de la fama es así. Lo sabes. Si no, no haber aceptado todo esto. – Intervino ella. – Sabías lo que conllevaba. Sé que no es muy moral y no está bien, pero la competencia no entiende de reglas.

-          ¡Jenna! – Ahora me apoyé en ella.

-          Lo siento, Sara. Yo prefiero no meterme en estos temas.

Suspiré frustrada.

-          Ya te pasaré noticias de Birewood. Y no quiero que salgas con ningún chico que no sea él. – Me amenazó levantándose de su silla. – En dos horas os quiero preparadas para...

-          Sí, sí. Concierto benéfico en el parque aquel… ¡Ya tengo tu vestuario preparado! – Exclamó Aby emocionada.

-          Más te vale que no sea tan hortera como el último. – Le dije vengativamente. En realidad, el del último concierto me había encantado.

-          ¿Hortera? ¿yo? ¡Estás ofendiendo a una diosa de la moda!

Todos la miramos poniendo los ojos en blanco y Marc se marchó de nuevo a su coche.
Marcando con fuertes pasos cada escalón que subía, llegue a mi cuarto y me derrumbé sobre el colchón. Me sentía terriblemente frustrada y manipulada.
Cogí mi móvil y busqué el número de Lucas. Me quedé un rato mirándolo. ¿Cómo quedaba yo ahora con él? Me aplasté la cara con la almohada. Decidí que lo mejor sería esperar, esperar un poco a ver si conseguía librarme de toda esta mierda. ¿Esperar más? ¡Llevas esperando tres años! –dijo una voz en mi cabeza–. ¡Cállate! –le ordené–. ¿Qué otra opción tenía?

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Queridísimas grandes personitas que leen,
¡Vuelvo a mi capítulo por semana! Oh sí. Ya era hora, ¿no? Me gustaría que este capítulo hubiera sido más largo, pero no tengo tiempo para más. Intentaré extenderme más en el próximo.
¿Sabéis que tengo un montón de premios que recoger? (Adoro los premios...) Los he visto todos, pero no los he publicado aún... Siempre se me olvida y ahora no tengo tiempo. Espero que en el próximo capítulo pueda.
No sé si soy yo, pero últimamente hay menos comentarios... ¿Hago algo mal? Por favor, comentad si podéis. Mi pequeña novela se alimenta de vuestras palabras.  Aunque también quiero agradecer los 130 seguidores, y a las personas que comentan siempre; las personas que me hacen sonreír. Gracias.
Ojalá tengáis una muy buena semana,